El otoño, como todos los cambios de estación, trae consigo una serie de cambios en la temperatura exterior, la humedad y los ritmos circadianos, ligados a la alternancia de luz y oscuridad a lo largo del día, que también afectan a las funciones biológicas de nuestro organismo.
Empezando por la piel: si, en efecto, al disminuir la intensidad del sol, la piel se reseca menos que en verano y hay menos producción de radicales libres que la dañan, provocando el envejecimiento prematuro de la piel, sin embargo en otoño la piel se vuelve más fina, para poder absorber más rayos UV, que faltan en esta fase. Por tanto, estamos más expuestos a la acción de agentes externos, como el frío y los cambios de temperatura, y tendemos a tener la piel agrietada y enrojecida, que se vuelve opaca y sensible.
La epidermis no sólo es el órgano más grande de nuestro cuerpo, sino también la primera "barrera" frente al mundo exterior, por lo que debe mantenerse elástica, bien nutrida, sana y joven el mayor tiempo posible.
Sin embargo, al igual que la piel, el resto del cuerpo también es más "frágil" durante este periodo, y está más expuesto al ataque de virus y bacterias: nuestras defensas inmunitarias corren el riesgo de debilitarse y ser menos activas y eficaces justo cuando más las necesitamos.
Entonces, ¿qué hacer? ¿Qué sustancia puede ayudarnos a reforzar nuestras defensas inmunitarias y mejorar al mismo tiempo nuestras defensas antioxidantes, de las que depende el bienestar de todo el organismo, incluida la epidermis?
Beneficios de la coenzima CoQ10: muchas propiedades y efectos beneficiosos en una sola molécula.
Las investigaciones han puesto de relieve los beneficios y propiedades potenciales de la coenzima Q10 (CoQ10) en diversas situaciones. En concreto, esta molécula, ya conocida por sus efectos antioxidantes, que se ponen de relieve en la formulación de cremas y sérums antiedad, también parece ser útil para reforzar las defensas inmunitarias. Y eso no es todo: varios estudios han explorado los efectos positivos de la coenzima Q10 sobre la salud del corazón, especialmente en el caso de enfermedades como la insuficiencia cardíaca y la hipertensión.
Coenzima Q10: ¿dónde se encuentra?
La coenzima Q10, o CoQ10, se encuentra en varios alimentos, como la carne (especialmente el corazón y el hígado), el pescado, los frutos secos, las semillas, los aceites vegetales y verduras como las espinacas y el brócoli, aunque en cantidades limitadas.
Nuestro organismo también es capaz de sintetizar esta sustancia, pero su producción puede disminuir con la edad, así como debido a ciertas enfermedades y en situaciones de alto estrés oxidativo: en casos de inflamación e infección, los niveles de CoQ10 tienden a disminuir y todo el organismo se resiente.
Coenzima Q10: ¿para qué sirve y cómo actúa?
La CoQ10 es una molécula ubicua, presente en casi todas las células del cuerpo humano, y de importancia crucial para la producción de energía, ya que desempeña un papel clave en la cadena de transporte de electrones dentro de las mitocondrias, las "centrales energéticas" de las células.
Además, la coenzima Q10 actúa como aceptor de radicales libres (ROS), a los que neutraliza, teniendo propiedades antioxidantes y estabilizadoras de la membrana, y preservando la integridad de la célula.
Particularmente abundante en las células miocárdicas, se ha estudiado su papel en el mantenimiento de la función cardiaca y la protección contra las enfermedades cardiovasculares: en efecto, su carencia se asocia a enfermedades cardiovasculares, mientras que su presencia parece impedir la formación de sustancias responsables de los daños isquémicos del miocardio (leucotrienos y tromboxanos). Esto se debe probablemente a que los radicales libres, al oxidar el colesterol LDL (lipoproteínas de baja densidad), con el consiguiente daño endotelial y el deterioro de la actividad vasodilatadora del óxido nítrico, conducen a la formación de placas ateroscleróticas, cuya acumulación abre la puerta a la enfermedad cardiovascular. Por tanto, los niveles de ROS en la circulación deben mantenerse bajo control constante para evitar daños cardiovasculares. Y un buen sistema antioxidante es esencial para frenar y combatir el estrés oxidativo.
Gracias a sus propiedades antioxidantes, la CoQ10 también es valiosa para reforzar el sistema inmunitario, que puede verse debilitado por el estrés oxidativo. Un sistema inmunitario eficaz también necesita energía para activarse y funcionar correctamente, y como la coenzima Q10 es esencial para la producción de ATP, la principal fuente de energía para las células, algunos estudios sugieren que la Q10 puede desempeñar un papel en la modulación de la respuesta inmunitaria: de hecho, parece influir directamente en la activación y proliferación de los linfocitos T y B, que son cruciales para la respuesta inmunitaria adaptativa.
Al fin y al cabo, la relación entre el estrés oxidativo y el funcionamiento del sistema inmunitario se conoce desde hace tiempo: en caso de inflamación, nuestro organismo reacciona con una hiperproducción de citoquinas proinflamatorias, que estimulan la respuesta inmunitaria para amortiguar la emergencia. Pero el sistema inmunitario, a su vez, se debilita precisamente por los altos niveles de ROS circulantes generados por la propia respuesta inflamatoria, como en un círculo vicioso.
Así pues, la suplementación con un complemento de CoQ10 durante los periodos de mayor exposición a enfermedades infecciosas y víricas, como el otoño y el invierno, cuando se requiere una respuesta rápida de nuestro sistema inmunitario, podría ser útil para potenciar el rendimiento del sistema inmunitario, además de contribuir al bienestar cardiovascular y a la funcionalidad de todo el organismo.